Necesitamos dilatar nuestro corazón según la medida del Corazón de Jesús. ¡Cuánto trabajo! Pero es lo único necesario. Una vez hecho esto, todo está hecho.
Se trata de amar a cada uno que llega al lada como Dios lo ama. Y puesto que estamos en el tiempo amemos al prójimo uno a la vez, sin dejar en el corazón residuos de afecto por el hermano encontrado un minuto antes. Total, es el mismo Jesús a quien amamos en todos. Pero si queda el residuo, quiere decir que al hermano precedente ha sido amado por nosotros o por él... no por Jesús. He allí el problema.
Nuestra obra más importante es mantener la caridad de Dios y esto es: mantener el amor en el corazón como Jesús ama. Para ser puros entonces, no hace falta privar el corazón y reprimir en él el amor. Hay que dilatarlo en le Corazón de Jesús y amar a todos. Y así como basta una hostia santo de los millardos de hostias sobre la tierra para alimentarse de Dios, basta un hermano -ése que la voluntad de Dios nos pone al lado- para comulgar con la humanidad que es Cristo místico.
Chiara Lubich
Scritti Spirituali/1
(La traducción es nuestra)
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