lunes, 1 de marzo de 2010

1 de marzo - Custodiar el corazón


Ni siquiera las estrellas son puras ante el rostro de Dios; ¡Mucho menos los hombres, cuya vida es una tentación continua! ¡Ay de nosotros si cada vez que la conscupicencia nos nos ataca fornicamos! Mi espada – dice Dios – se ha embelesado en el cielo (Is 34, 5): mucho más en la tierra, que genera tormentos y espinas.
El «vaso de elección», por cuya boca hablaba Cristo, tritura su cuerpo y lo reduce a esclavo; mientras se da cuenta que el ardor natural de la carne va en contra de su intención: ¡Aquello que no quiere, se ve obligado a hacerlo! Y como uno que sufre violencia grita y dice: ¡Infeliz yo! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Rm 7, 24).
¿Y tú crees poder vivir sin caídas y sin heridas, si no custodias con escrupulosa atención tu corazón?

SAN GERÓNIMO
Le Lettere IV, 125, 7
La teologia dei padri/3, Roma 1975, pp. 399-400

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