No le costó poco al Hijo de Dios hacerse uno, por amor, con nosotros. Él sí que ha "vivido el otro". Y así es hombre: Jesús que nace como nosotros, hebreo con los hebreos con la cultura hebrea, que vive, trabaja, llora, se fatiga, sufre en el cuerpo y en el alma; ofrece a Dios incluso la tremenda sensación de ser abandonado por él; es aniquilado, muere. De este modo descendió por todos los escalones en los cuales se halla la humanidad, para tomarla toda en su corazón y llevarla al Padre.
A él (...) miramos para saber cómo llevar a Dios a quien todavía no lo conoce o cree conocer otros dioses. "Hacerse uno" con ellos, asumir las distintas culturas a menudo tan ricas, las tradiciones a veces milenarias, y en ellas hacer germinar la buena nueva.
Y además todos los hombres del mundo: ateos, materialistas, violentos, terroristas, pecadores, drogados, ladrones, homicidas... Jesús crucificado, en su grito de abandono, recuerda todas estas criaturas. Es el amor por él lo que da un nuevo impulso al sacerdote para saber cómo y en qué puede dialogar con ellos: Jesús vino como médico para los enfermos.
CHIARA LUBICH
Il sacerdote oggi, il religioso oggi
Gen's 12 (1982/6) p. 6
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