miércoles, 9 de diciembre de 2009

10 de diciembre - Enamorados de la unidad

Es necesario, con la ayuda divina, vivir al servicio de la unidad, estar enamorados de ella, ser sus siervos, sus apóstoles, sus profetas y sus mártires. De allí que, en los ambientes de vida o de trabajo en los cuales Dios hace que nos movamos haya:
a) la necesidad de no decir y no hacer nada que sirva a la causa de la desunión, que promueva intrigas, provoque desconfianza o frialdad;
b) la atención a no dejarse arrastrar por el padre de la perfidia y por sus mensajeros, a veces personas virtuosas y buenos amigos usados por el Maldito;
c) la alegría de resolver los litigios, de promover la unión, de llevar a descubrir el lado bueno de las creaturas, de servir al diálogo.
Para ser consumada, la sed de unidad ha de incluir a todas las creaturas de todos los tiempos y de todos los lugares, de todas las razas, todos los partidos, todos los credos.

Dom Helder Camara

Roma, due del mattino. Lettere dal Concilio Vaticano II
San Paolo, Cinisello Balsamo 2008, p. 135
(La traducción es nuestra)

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