miércoles, 24 de febrero de 2010

24 de febrero - Impulso de reformas sin acusaciones

El hombre “ecclesiasticus” (…) está golpeado por todo lo que paraliza, pesa, hiere el cuerpo entero (…). Sufre por los males internos de la Iglesia. La quisiera, en todos sus miembros, más pura y más unida, más atenta a lo que piden las personas, más activa en su testimonio, más ardiente en su sed de justicia, más espiritual en todo, más distante de cualquier concesión con el mundo y su mentira (…).
Sin nutrir un sueño utópico y sin faltar de acusarse en primer lugar a sí mismo, no se resigna a que los discípulos del Cristo (…) se queden al margen de las grandes corrientes humanas. Ve espontáneamente el bien, se alegra de él, se compromete a hacerlo ver, sin cerrar los ojos, sin embargo, a los defectos y miserias que algunos querrían negar, mientras otros se escandalizan de ello (…).
Sabe que muchas renovaciones son necesarias si se quiere evitar las novedades nefastas y que un impulso de reforma le es natural a la Iglesia (…). Antes de quebrar un impulso, tratará siembre de enderezar su orientación.

HENRI DE LUBAC

Méditation sur l’Eglise
Paris 1968, pp. 205-206

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