martes, 23 de febrero de 2010

23 de febrero - Hacer nuestros los dolores de la Iglesia

El rostro de la Iglesia, aquí transparente de luz, allí ofuscado por las sombras, debe reflejarse en cada cristiano, en cada grupo de cristianos: lo cual significa que debemos sentir como nuestras no sólo todas las alegrías de la Iglesia, sus esperanzas, sus constantes florecimientos, sus conquistas, sino sobre todo sentir nuestros todos sus dolores: ese de la no plena comunión entre las Iglesias, ese que es punzante de dolorosas situaciones, de contestaciones negativas, de la amenaza de derrumbar tesoros centenarios; ese que es angustioso de tantos que reniegan o no aceptan el mensaje que Dios anuncia al mundo para su salvación. (…)
He pensado que todos los auténticos cristianos deberían ser unos estigmatizados, no ya en el sentido extraordinario y externo, sino espiritual.
Y me pareció comprender que los estigmas del cristiano de nuestros días son precisamente las misteriosas pero reales llagas de la Iglesia de hoy.
Si la caridad de Cristo no se dilata de tal modo que sintamos en nosotros el dolor de estas llagas, no somos como nos quiere Dios.

CHIARA LUBICH
La dottrina spirituale
Città Nuova, Roma 2006, p. 181

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