Debemos tener en cuenta la duración de nuestro discurso; porque, si uno no es capaz de soportar largos discursos llevando muy lejos la exhortación o el regaño, terminamos aburriendo a quien nos escucha. Por lo cual el mismísimo ilustre predicador se dirige a los hebreos diciendo: "Les aconsejo hermanos, reciban con agrado esta palabra de exhortación: precisamente por esto les he escrito con mucha brevedad".
Esto les conviene sobre todo a los débiles: que escuchen pocas palabras, aquellas que estén en grado de entender, pero que sean un flechazo en su alma con el dolor del arrepentimiento. Porque si a ellos, al mismo tiempo se les dirige un discurso complejo de exhortación, como no están en grado de retenerlo todo, lo pierden todo.
San Gregorio Magno
Homilías sobre Ezequiel I
(La traducción es nuestra)
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